Ayer terminó, para mí, una experiencia que, sin duda, jamás olvidaré. Ayer fue el último día que visité la Feria del Libro de Madrid. Y no pudo tener mejor broche final. Pero no quiero adelantarme, comenzaré a contaros mi experiencia desde el principio.
Mi intención es narraros todo lo que he vivido en esta feria de una manera literaria, con su correspondiente introducción, su nudo y su desenlace. Como si de un libro se tratara. Porque si algo es la Feria del Libro es un festival de literatura donde, desde que pones un pie en su recinto, se respiran historias.
Y la que empieza a continuación es la mía.
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Prólogo.
Una
de las semanas más esperadas para mí, desde que tengo uso de razón, ha sido la
de la Feria del Libro. Recuerdo, desde bien pequeña, como cada año iba
con mis padres a la Plaza de las Monjas —localización donde se celebra la Feria
del Libro en Huelva— a perdernos por aquel rinconcito que, durante una semana
entera, emanaba literatura.
Durante
el día de nuestra visita a la feria siempre hemos solido seguir, prácticamente, el mismo
ritual. Desayunábamos bien temprano en casa —a
mi madre nada le gusta más que desayunar en la acogedora barra de nuestra cocina— y,
una vez todo listo y preparado, bajábamos a la plaza dispuestos a vivir la jornada tan especial que teníamos por delante.
Al llegar a la decorada plaza, sin prisas, disfrutábamos de los libros, paseábamos entre las casetas, escuchaba —sobre todo yo, claro— cuenta cuentos y ya, cuando fui siendo más mayor, comenzamos también a acudir a charlas, presentaciones o firmas de libros, las cuales, normalmente, solían ser de autores onubenses.
Reflexionando un poco sobre ello, estoy totalmente convencida de que he tenido mucha suerte de tener unos padres que me
inculcaran su pasión por la lectura. En general, a casi toda mi familia
paterna le apasiona la cultura, envolviéndonos en ella a todos los
sobrinos desde pequeños. Creo que, por mucho queramos, no valoramos esto lo
suficiente.
Volviendo de nuevo a la rutina que seguíamos en nuestro tour familiar por la
Feria del Libro, cuando se nos echaba encima la hora del almuerzo, normalmente
solíamos tomar algunas tapas en cualquier bar próximo a la
feria. Aquel ambiente no podía gustarme más.
Y quizás, por sentirme tan a gusto y tan feliz disfrutando de la Feria del Libro de mi ciudad, siempre había soñado con acudir alguna vez a la que era la más importante de nuestro país, a la Feria del Libro de Madrid. Con lo que no contaba era que tendrían que pasar dos años sin celebrarse y un nuevo cambio radical de vida para que mis sueños se hicieran realidad.
Capítulo 1. ¿Casualidad?
Llegué
definitivamente a Madrid el 9 de agosto de este mismo año. Una vez instalada,
lo primero que hice fue investigar la oferta cultural que habría en Madrid
durante las próximas semanas. La mudanza ya estaba hecha, así que, ahora quería
absorber —y disfrutar—, antes de empezar
con mi nueva rutina, de todos los eventos culturales que pudiese, y que me
interesasen claro.
Buscando y buscando, vi que la Comunidad de Madrid había afirmado que iban a celebrar
en septiembre la Feria del Libro. Me gustaría apuntar aquí que, tradicionalmente,
esta feria se celebra, normalmente a nivel
mundial, el 23 de abril. Una fecha para nada aleatoria, ya que conmemora
el fallecimiento de dos grandes de la literatura universal como son William
Shakespeare y Miguel de Cervantes.
Sin embargo, en este 2021, debido a la complicada situación
que imperaba en abril de este mismo año, la feria —en
aquella fecha— tuvo que suspenderse. Bueno, en este caso aplazarse porque,
finalmente, se ha decidido celebrar ahora en septiembre.
Por lo que no pude estar más contenta y asombrada ante esta casualidad
tan especial. Después de dos años sin Feria del Libro, y ahora que estaba
instalada en Madrid ¡iba a poder disfrutar de lo que tantos años llevaba
esperando! Así que, lo primero que hice fue contactar con mi mejor compañera
para esta batalla. Mi Sancho Panza particular para esta cruzada.
—¿Soraya?
Tenemos que quedar urgentemente. Hay que organizar nuestra visita a la
Feria del Libro de Madrid.
Capítulo 2. La
organización.
Cuando ya reunimos todas las citas a las que deseábamos
acudir, nos hicimos un croquis diario con el plan de acción totalmente
desarrollado. Y que ilusión. Siempre he pensado que la organización de
cualquier actividad que desees realizar, ya sea un viaje, una Feria del Libro o
lo que sea, se disfruta igual que la actividad en sí una vez la estás
desarrollando. Y esta ocasión superó todas mis expectativas.
Capítulo 3. Que
comience la fiesta.
Y por fin llegó el día. Lo teníamos todo organizado y
pensado al detalle. El día anterior, Soraya se había quedado a dormir en casa
—tras pasar una tarde estupenda de teatro, por cierto—. Nos levantamos con una emoción que bien podía ser parecida a las ganas con la que se despierta un niño tras la
noche de reyes. Nos arreglamos y, nos fuimos directas a coger el metro. Justo
ahí comenzó la Feria del Libro de Madrid para nosotras.
—Venga Rosa, tenemos que comprarnos este, y ese y aquel otro. Que mira que tienen descuento y, al final, sabes de sobra que nos los vamos a terminar comprando— me decía Soraya cada vez que algún libro nos tentaba desde el Stand de cualquiera de las casetas donde nos parábamos a mirar.
Lo cierto es que, si han sido días tan mágicos ha sido porque, como decía anteriormente, no he podido tener mejor compañera de batallas. Todo Quijote necesita a su Sancho, todo Sherlock Holmes necesita a su Watson y, en esta ocasión, yo no podía haber elegido mejor a mi pareja para este baile literario. O ella a mí, depende de cómo se mire.
Capítulo 4. El
inolvidable broche final.
Y como toda historia que se precie, a ésta, también le llegó su final. Ayer sábado fue el último día que pisaría la Feria del Libro de Madrid. Por lo que iba con muchas ganas.
Que iba a ser una jornada
diferente estaba claro desde el principio. Esta vez me tocaba ir sola, Soraya
estaba, en aquel mismo momento, sobrevolando Nueva York, así que ya, para mí, la diferencia iba a ser abismal.
Antes de salir hacía el Retiro, preparé con esmero un par de
bocadillos y mi termo morado —que a tantos sitios me acompaña— con mi inseparable
té rojo. Estaba preparada para afrontar la que, a buen seguro, sería una cola
larguísima que me llevaría a conocer a una de mis autoras actuales favoritas,
Alice Kellen.
Para su firma llevaba su novela “Nosotros en la luna”. Sin duda, una de mis favoritas, junto a “las alas de Sophie”, de todas las publicadas por esta autora. Al salir de casa, con todo listo, no podía estar más contenta y
ansiosa por nuestro encuentro.
Sin embargo, debido a la —a ratos— complicada organización de la feria, la cola resultó ser más larga de lo esperado.
Menos mal que me salvó
mi lectura actual. Siempre agradeceré a “la
bibliotecaria de Auschwitz” por hacerme esas, casi cinco horas de cola, más
amenas y llevaderas. Bueno, y a mis —recién conocidas— amigas de la cola también, por supuesto.
A pesar ya del cansancio, de la desesperación —sobre todo ya a última hora— y del continuo miedo a que no llegase a firmar a nuestra altura de la fila —creedme que, a pesar de haber llegado temprano, la cola era interminable—, la ilusión seguía manteniéndose intacta.
Con la hora del cierre del recito pisándonos los talones, comenzamos
a perder la esperanza. ¿El motivo? Porque perfectamente nos podía quedar por
delante alrededor de cien personas por firmar. Y ya detrás nuestra era
imposible determinar el número de libros que continuaban esperando también la rúbrica
de Alice sobre sus páginas.
Algo más tarde, cuando la noche tiñó de oscuridad el Retiro, obligándonos a
concienciarnos de que deberíamos irnos a casa con las páginas de nuestros
libros vacías, Alice Kellen demostró la calidad humana y la
responsabilidad que tiene con sus lectores. La escritora decidió salir de la
caseta donde estaba firmando y, sobre un banco del parque, sentarse a firmar
todos y cada uno de los ejemplares que quedaban pendientes.
Creedme que el escenario no pudo ser más especial. Alice,
sentada en un banco, firmando a la luz de la luna, rodeada de toda la
gente que tanto admiraba su trabajo, y haciendo un esfuerzo titánico porque
nadie se fuese a casa sin su pequeña dedicatoria. Fue una estampa maravillosa.
Y ahora la tenía delante, y firmándome un libro tan especial para
mí como “Nosotros en la luna”. Y
haciéndolo, para más inri, bajo un marco incomparable y perfecto, bajo la
luna.
Así que sí, la Feria del Libro de Madrid, para mí, no ha podido tener un mejor broche final, bajo la luna y con las estrellas como fieles testigos de cómo Madrid me ha ayudado a conquistar otro de mis sueños. Y que suerte, de verdad.
Epílogo.
Esta mañana, aún con la resaca de emociones acumuladas de ayer, pensaba sobre que escribir hoy en El diario de Ro. Quería hacer una nueva entrada al blog antes de irme por la tarde, con otra gran compañera de aventuras, mi Cristina, a disfrutar de una exposición muy especial, de la que ya os hablaré en las siguientes publicaciones.
Y con solo darle un par de vueltas , supe que tenía que hacerlo sobre todo lo vivido en la Feria del Libro. Es… ¿Cómo cuando escribes una historia que necesitáis despediros de los personajes para poder cerrar un ciclo y empezar otro? —los que escribís me entenderéis—, pues igual. Necesitaba poner punto y final a esta experiencia tan maravillosa para poder comenzar a vivir otras con la misma pasión e intensidad con la que he vivido ésta. Y ahora, tras haberlo escrito, ya estoy preparada.
Agradecimientos.
Sin más dilación, gracias. Espero haberos podido trasmitir lo
importante que han sido estos días para mí. Sin duda, a nivel personal, ha sido
muy gratificante, A buen seguro, todo lo que he vivido, y aquí os he contado,
se quedará en un rinconcito de mi corazón. Quizás sea por eso de ser la primera
vez que vivo la Feria de Madrid. Y ya se sabe, las primeras veces nunca se
olvidan al estar teñidas de ese halo tan especial que envuelve a todo aquello
que haces por primera vez.
Y bueno, no quería terminar este post sin dejaros una recopilación que he hecho con la mayoría de firmas que conseguimos durante esta feria. Gracias a todos esos autores y autoras que se han dejado su pluma en dejarnos un recuerdo imborrable a todos sus lectores. Gracias.
Bueno, y gracias también una vez más a vosotros, por dedicar un ratito de vuestro tiempo a leer este diario. Es como si vosotros también me hubieseis acompañado en esta bonita experiencia. De verdad gracias y… ¡hasta la próxima!, que será muy pronto.
Pd: Como habéis podido comprobar, la Feria del Libro, para mí, ha sido magia. Y es que, como decía el poeta y dramaturgo irlandés,
William Butler Yeats: “el mundo está lleno de cosas mágicas, esperando
pacientemente que nuestros sentidos la perciban”.
¿Seguimos descubriéndola juntos?
*Lista de libros que he comprado en la Feria del Libro:
- O’Farrell, M. (2021). Hamnet (Concha Cardeñoso ed.). Libros del Asteroide.
- Moreno Villareal, J. (2021). Frida en París, 1939. Turner Noema.
- Alcott, L. M. (2019). Mujercitas (Ilustrado por María Hesse). Alfaguara.
- Barneda, S. (2016). Hablarán de nosotras. DEBOLSILLO.
- Trilogía de Carmen Mola. La novia gitana, la red púrpura y la nena. DEBOLSILLO.
- Trilogía de Noemí Casquet. Zorras, malas y libres. Penguin random House Grupo Editorial.
- B. Kraus, O. (2020). El maestro de Auschwitz (Arturo Peral Santamaría ed.). rocabolsillo.
- Tilogía Primo Levi. Si esto es un hombre, la tregua y los hundidos y los salvados. (Pilar Gómez Bedate ed.) Austral.
*Reseña de
fotos:
- Todas y cada una de las fotos que aquí aparecen son propias tomadas durante mis visitas a la Feria del Libro de Madrid.